UN AÑO DESPUES DE LA LARINGECTOMIA

Se cumple un año de la intervención que supuso el cambio en mi vida más radical que jamás hubiera imaginado. Cuando hablamos de estas enfermedades parece que siempre tienen que tocar a otros, que nosotros siempre estaremos libres. Al menos a mi me pasaba eso. Cuando empecé a tener problemas con la voz pensé en todas las posibilidades menos en el cáncer. Ahora se que era la probabilidad más realista. Lo dicho, que esas cosas les pasa a otros, no a mi.
Creo que, a pesar de todo, recibí la noticia con cierta dignidad. No tardé en hacerme a la idea de que lo que me caía encima era muy gordo y creo que pronto empecé a adaptarme lo más posible a mi nueva situación y a buscar las soluciones posibles. No fue fácil, ni mucho menos. Hubo muchos momentos en que la nueva situación me dominó, me superó y los nervios pudieron conmigo. No llegué al estado de desesperación, pero creo que no anduvo lejos. Hice todo lo posible por que no se notase, aunque dudo mucho de que lo consiguiese. Siempre he pensado que no se mentir y mucho menos disimular.
Las primeras impresiones ya están reflejadas en mi diario. Cuando lo cerré, en Abril, ya había pasado lo peor. Fue muy duro porque al cambio tan radical de no poder hablar se juntaron las molestias físicas e incluso los dolores en algunos momentos. Adaptarse físicamente me costó mucho. Llevar la cánula todo el día, las fuertes molestias en el cuello, la piel que parecía que ardía, las toses que a veces parecía que podrían conmigo. Lo peor de todo eso ya está reflejado. Ahora, visto después de estos meses, me parece difícil de comprender cómo pude superarlo y no morir en el intento. La fuerza de la naturaleza humana no la conocemos hasta que no la ponemos en situaciones extremas.
La comida fue una de las cosas que más me perjudicaron al principio. Tanto por los efectos de la operación como por las consecuencias de la radioterapia y de la quimioterapia. Quizá más por estas que por la operación en sí. Los efectos negativos los he superado en un porcentaje muy alto. Prácticamente puedo comer de todo y tragarlo con suma facilidad. Se nota, y no dejará de notarse, la escasez de saliva pero cada vez menos. No se cuando se acabará la recuperación y qué repercusiones quedan de modo permanente.
El cuello aún sigue con mucha tensión. Tampoco creo que llegue nunca a estar bien del todo. Es una tensión interna y externa. Por dentro se nota como si los músculos y tejidos en general estuviesen en continua tirantez y por fuera como si el sol me hubiera quemado y no acabase de curarse. Este último aspecto supongo que llegará a restablecerse totalmente. Lo otro lo dudo mucho. Es mucha la avería que me hicieron. A mí y a todos. Por otra parte están también las molestias que me ocasionan los esfuerzos al hablar. A veces tengo los músculos del cuello muy inflamados como consecuencia de estos esfuerzos. Supongo que con el tiempo irán remitiendo.
Después de los primeros momentos me centré, principalmente, en aprender a hablar de nuevo, a usar las armas que la naturaleza nos puso para sustituir a la voz natural. Ya había empezado cuando escribía el diario. Ahora lo puedo mirar con una perspectiva mucho más real, con la experiencia suficiente como para valorar esa labor. Desde el principio practiqué con la logopeda y la asociación y sigo de igual manera. Dos días de logopedia y tres de asociación. Creo que son compatibles y convenientes. Al menos para mí lo han sido y lo están siendo. El aprendizaje ha sido y está siendo muy lento y muy duro. Con muchos altibajos a veces difíciles de soportar. Cuando empecé iba consciente de dos cosas, que la prisa no era buena y que tardaría mucho en hablar. Pero una cosa es lo que pensaba y otra muy distinta lo que mis sentimientos me decían. No estoy descontento por como se ha desarrollado el proceso, pero, insisto, en que ha sido muy duro. Costaron mucho en salir las primeras voces, las primeras sílabas, costaron las primeras palabras, costaron las primeras frases y está costando hacerme entender lo suficiente. Sobre todo cuando hablo con personas poco acostumbradas a oírme y más aún cuando hay ambiente ruidoso. Mi voz, lo poco que sale, es aún muy débil y no se hasta que punto de fortaleza llegará. En este momento es lo que más me preocupa y por lo que más trabajo. Cuando puedo. Porque, como he dicho anteriormente, también he tendido molestias en el cuello y en el músculo esternocleidomastoideo. Creo que lo voy superando y, aunque lentamente, las mejoras se van notando en todos los aspectos.
Cuando me operaron y perdí la voz sentí con honda preocupación que mi relación con los demás, familia, amigos, vecinos, conocidos, etc., podría resquebrajarse de manera muy significativa. Sería muy comprensible pero poco aceptable por mi parte. La falta de habla podía dificultar mucho esas relaciones. Un año después creo haber conseguido que esos temores se hayan minimizado de manera importante. Creo haber conseguido que no hayan cambiado muchas de mis anteriores costumbres y relaciones. No son lo mismo, no son con la misma intensidad, dada la falta de habla, pero poco a poco los que más me tratan se han acostumbrado a mis deficiencias y, sobre todo, van entendiendo mi habla. No tardando creo poder decir eso de ‘todo sigue igual’.
Siempre me ha gustado moverme, hacer algo de deporte, sobre todo bici. Los otorrinos que me atendieron y me operaron me dijeron que tendría dificultados para seguir practicándolo al mismo nivel que antes. Podría seguir andando pero eso de subir puertos me iba a ser bastante difícil. No me gustó nada, me resigne, pero no me di por vencido, tendría que probar. También me comentaron que perdería fuerza en general y en el cuello en particular. No pongo en duda sus pronósticos pero en mi caso no ha ocurrido así. En el cuello no he perdido fuerza ni tampoco movilidad. Y en cuestión de deporte, más concretamente la bici, he empezado a practicar y me siento con igual o más fuerza que antes. Caminar, en llano o en subidas, lo hago igual que antes, sin ningún tipo de dificultad. Al principio, una vez pasados los efectos principales de la radioterapia, me costaba respirar, no me entraba el aire suficiente cuando lo necesitaba. Era por efecto de la cánula. Cuando el otorrinos me permitió quitarla durante el ejercicio todo cambió y puedo hacer el ejercicio que quiera sin cansarme más de lo normal, más de lo que me cansaba antes de la operación.
Había otra cosa que me preocupaba, era la posible dependencia de los médicos y de las medicinas correspondientes. El otorrino me pasó consulta en Agosto y la próxima será en Enero. Sin análisis ni resonancias ni nada de nada. Pura consulta de rutina. La endocrino me vio en Octubre y la próxima es para Agosto. Con análisis, esta si. La tiroides la tengo bastante mal, creo que como si no existiese. Pero con una pastillita por las mañanas me vale, es toda la medicina que tengo que tomar. Con la tiroides sin funcionar suele ocurrir que el cansancio se nota más de lo normal y que se engorda también más de lo normal. No es mi caso. Como tengo dicho no me canso y a pesar de que como muy bien no engordo nada. Perdí 5 kilos con la radio y no les he recuperado. Ni falta que hace, ya que la fuerza si que la recuperé
Después de este año creo poder decir que las principales consecuencias que tuve al principio se han ido superando o están en camino de hacerlo. No ha sido un camino de rosas, ni mucho menos. Y lo que queda, algo por lo menos, no se superará nunca. Por ejemplo el habla. Por mucho que aprenda a hablar siempre habrá un problema, la potencia de la voz. Difícilmente podré hacerme entender en ambientes ruidos o entrar en conversaciones donde todo el mundo levanta la voz. Habrá que acostumbrarse y buscar alternativas. Como por ejemplo hacer callar a todos cuando tenga algo que decir. Eso si, que lo que diga sea importante, de lo contrario no me volverán a obedecer. Las molestias en el cuello, como ya he dicho, también me acompañarán siempre o por lo menos durante mucho tiempo. La cánula no se hasta cuando tendré que usar. Según mis otorrinos, de por vida. Por ahora he dejado de usarla cuando salgo de casa. Algo es algo, pero la molestia de tener que llevarla en casa ya es bastante latosa. No me estorba como al principio pero no deja de ser un ser extraño en una parte muy delicada. El expulsar las flemas es otra molestia más que no me abandonará. Yo tengo pocas pero cuando me venga algún catarro habrá que aguantarse. Comer me he acostumbrado bastante bien. La falta de saliva es bastante importante pero se ha corregido mucho. Ahora lo que más noto es una sensación de necesidad de tragar algo que no tengo. Quizá sea que antes la saliva la tragaba con acto reflejo y ahora no. Tampoco es que me moleste mucho, pero son muchas veces al día. .
Este es el resumen de mi situación al cabo de un año de laringectomizado. No es nada halagüeña, pero puedo contarlo. Hasta hace poco cáncer era señal de muerte. Aún hoy lo es para muchos. En mi caso creo poder decir que de esta no caigo, que el cáncer está vencido. Al menos el de laringe. He ido superando muchas cosas y a otras me he ido acostumbrando. Aún me queda mucho camino. Aún hay momentos en que la moral se viene abajo y cuesta superarse. Pero lo peor ya está pasado y lo que venga ya lo superaré.